Ut Ómnibus Glorificetur Deus (para que en todo sea glorificado Dios).

Santa Regla de San Benito, capítulo 57.

miércoles, 25 de julio de 2012

este tesoro lo llevamos en vasijas de barro



No recibimos una libertad completamente hecha. Dios respeta las leyes de crecimiento humano. Lo que está plantado en nosotros es un germen de libertad. Está plantado entre los espinos de nuestras miserias. Germen que hay que proteger, cultivar, dar condiciones de vida convenientes, y al que hay que quitar los obstáculos que provienen del hombre viejo, que sigue estando en nosotros bien vivo. Bajo esta perspectiva, vemos la utilidad de una ley exterior, la de la sociedad y la de la Iglesia, la de una profesión religiosa basada en los consejos evangélicos. Esta ley nos proporciona un sostén y una pedagogía para nuestra libertad frágil y amenazada.


Por un Cartujo

lunes, 23 de julio de 2012

con la esperanza viva en Dios



Con la esperanza se desnuda y despoja el alma de todas las vestiduras y trajes del mundo, no poniendo su corazón en nada ni esperando en nada de lo que hay o ha de haber en él, viviendo solamente vestida de esperanza de vida eterna.


San Juan de la Cruz

jueves, 19 de julio de 2012

operaciones del alma



Porque las virtudes teologales tienen por oficio apartar el alma de todo lo que es, menos de Dios, lo tienen, consiguientemente, de juntarla con Dios.


San Juan de la Cruz

domingo, 15 de julio de 2012

Proclama mi alma la grandeza del Señor



Del hecho de que Cristo haya nacido de María y de que nos ha incorporado en su Cuerpo Místico, automáticamente se sigue que María no es solamente la Madre de Cristo, sino también la nuestra. Naturalmente es una maternidad espiritual, no física. Hay una estrecha analogía entre nuestras relaciones con nuestra madre carnal y la Santísima Virgen, pero como toda analogía sólo en parte es verdad. En el orden humano, después de un lapso de tiempo, podemos caminar sin nuestra madre. Ella puede morir, mientras que nosotros podemos seguir viviendo. Si ella no muere, podemos independizarnos de ella. Este no es el caso en el orden de la gracia. Podemos ser adultos, pero espiritualmente dependemos siempre de nuestra Madre. Dicho de otro modo: espiritualmente, sólo alcanzamos nuestro pleno crecimiento, nuestra talla de adulto, en el momento de la muerte.

Dom Ambrose Southey

sábado, 14 de julio de 2012

confianza en Dios




"Vos sabéis cuánto ansío crecer en virtud y amaros cada vez más ¿Qué me conviene para conseguirlo? ¿La salud o la enfermedad, las consolaciones o la aridez, la paz o la guerra, los empleos o la total carencia de ellos? Yo no lo sé, pero Vos lo sabéis perfectamente. Ya que permitís que exponga mis deseos, yo prefiero confiarme a Vos, que sois la misma Sabiduría y Bondad; haced de mí lo que os plazca. Otorgadme tan sólo la gracia de someterme con entera voluntad a cuanto decidiereis".


Dom Vital Lehodey

martes, 10 de julio de 2012

la voluntad de Dios



Abre los ojos de la inteligencia y mira adentro de mí, y verás la dignidad y belleza de mi criatura, la racional. Entre la belleza que he dado al alma al crearla a la imagen y semejanza mía, observa que se haya vestida con la vestidura nupcial de la caridad, adornada de muchas y verdaderas virtudes: está unida conmigo por el amor. Y, sin embargo, te digo que, si me preguntases quiénes son, contestaría -decía el dulce y amoroso Verbo- que son "otro yo", ya que han perdido y ahogado su propia voluntad y la han vestido, unido y acomodado a la mía.-

Santa Catalina de Siena

domingo, 8 de julio de 2012

el alma que conoce a Dios por la oración



Cuando el alma se eleva a Dios con ansias de ardentísimo deseo de honor a Él y de salvación de las almas, se ejercita por algún tiempo en la virtud. Se aposenta en la celda del conocimiento de sí misma y se habitua a ella para mejor entender la bondad de Dios; porque al conocimiento le sigue el amor, y, amando, procura ir en pos de la verdad y revestirse de ella.
   Y porque de ningún otro modo gusta y es iluminada tanto de esa verdad como por la oración humilde y continuada, fundándose en el conocimiento de sí y de Dios, al ejercitarse en ella del modo dicho, ese alma se une a Dios siguiendo las huellas de Cristo crucificado. De esta manera, por el deseo perfecto y la unión del amor, hace de Él un "otro yo". Esto parece que significaba Cristo cuando dijo: A quien me ame y atienda mis palabras, a ése me manifestaré yo mismo, y será una cosa conmigo, y yo con él.

Santa Catalina de Siena