Dijo un hermano a abba Antonio: "Ruega por mí". Le dijo el anciano: "No tendré misericordia de ti, ni la tendrá Dios, si tú mismo no te esfuerzas y pides a Dios".
Un hermano se llegó a donde estaba abba Pastor y le dijo: "Abba, tengo innumerables pensamientos y ellos me ponen en peligro". El anciano lo llevó fuera y le dijo: "Llena tu pecho y retiene el aire". Pero aquél le dijo: "No puedo". El anciano le dijo: "Si no puedes hacer esto, tampoco puedes impedir que lleguen a ti los pensamientos, más el resistirlos depende de ti".