sábado, 2 de febrero de 2013
contricción de corazón
Te he mostrado, carísima hija, cómo la culpa no se expía en este mundo finito por ninguna pena que se sufra, por ser pena. Se expía con la pena que se sufre junto con el deseo, amor y contricción del corazón, no en razón de la pena, sino del deseo del alma; lo mismo que el deseo y toda virtud tiene valor y vida en sí por medio de Cristo, mi Hijo unigénito, en cuanto que el alma se ha ganado su amor y por medio de la virtud sigue sus huellas. De este modo tiene valor, y no de otro. Por la misma razón, las penas satisfacen por la culpa a causa del amor dulce y unitivo, adquirido en el dulce conocimiento de mi bondad y en la amargura y contricción de mi corazón, conociéndose uno a sí mismo y conociendo sus propias culpas. Este conocimiento engendra odio y aborrecimiento del pecado y de los propios sentidos, por lo que se juzga digno de las penas e indigno de la recompensa, sufren con paciencia. Así comprendes el modo de satisfacer.
Santa Catalina de Siena
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