Ut Ómnibus Glorificetur Deus (para que en todo sea glorificado Dios).

Santa Regla de San Benito, capítulo 57.

domingo, 12 de mayo de 2013

Sólo Dios




Cuando hago el examen y me veo un poco por dentro, veo claramente que no hago más que seguir los dictados de mi corazón, mis ansias de llenarme de Él, y nada más.

Ansias de Dios, y nada más. El resto no es más que seguir los "dictados" del corazón... No se trata tanto, pues, de una vocación al hacer cuanto ha de hacerse... "mi vida es mi vocación y mi vocación sólo se resume en esto: amor a Dios". Es decir, en realizar mi ser en el amor, en seguir su impulso incontenible dentro de mí: ese dictado de fondo que en mi alma es como una brújula que marca la aspiración natural de lo más esencial que hay en mí, en pos de lo cual no puedo dejar marchar, a no ser a precio de introducir en mi vida una insuperable dvisión.

En otras palabras, su vocación no es el monasterio como tal, ni su liturgia, ni la austeridad de los monjes, ni el canto de la salve, ni nada de aquello que legítimamente había embelesado su fino sentido religioso y estético de la realidad en sus primeros contactos con el monasterio. Todo ello había jugado cierto papel en un primer momento: había sido el "cebo", como él mismo dice, del que Dios se hbía servido para atraerle a aquel género de vida. Pero todo eso no basta para generar una vocación estable... Rafael se formó en seguida un ideal en la línea de su propio impulso íntimo: la Trapa como un lugar donde se vive sólo para el amor de Dios.



Hermano Rafael

No hay comentarios:

Publicar un comentario