Para salvar al mundo caído, Dios suscitó la fe de Abrahán y la purificó con la criba de la obediencia. "Sal de tu tierra" (Gn 12,1), "Anda en mi presencia y sé perfecto" (Gn 17,1), "toma a tu hijo único y ofrécemelo en sacrificio" (Gn 22, 2). Toda la existencia de Abrahán se apoya en la Palabra. Avanza constantemente hacia la Promesa que siempre se le oculta y se aleja. Debe efectuar actos que afectan al corazón y cuyo sentido se le escapa, Dios le prueba. Más tarde reconoce en él un eco de su propio corazón: "No te has reservado a tu hijo, tu único hijo". (Gn 22, 16).
Por un Cartujo
"La libertad de la Obediencia"
SABIDURÍA DE LA CARTUJA.
Ut Ómnibus Glorificetur Deus
( Para que en todo sea glorificado Dios; Santa Regla de San Benito, cap. 57)
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