... El corazón del hombre es tan limitado que, una vez que entra la pasión del deseo o del dolor, ya no queda espacio para Dios; y, al contrario, si esa memoria del corazón se enriquece con la luz y el amor de Cristo ya no queda espacio para las pasiones del cuerpo o del espíritu y, por tanto, para la villanía, la tristeza o la turbación. El matrimonio de Dios es tal que ya no hay cabida para uniones adulterinas.
Nilo de Ancira
No hay comentarios:
Publicar un comentario