El abad Isaac ha dicho:
"Conozco un monje que, mientras trabajaba en la siega de trigo, le apeteció comerse los granos de una espiga. Le preguntó al propietario si se lo permitía. A lo cual respondió:
"Padre, pero si este campo está por entero a vuestra disposición. ¿Por qué me pedís permiso?"
Hasta tal punto llegaba la delicadeza de aquel monje".
[Isaac 4.]
PP. del DESIERTO
EDITORIAL ARCA DE LA SABIDURÍA.
Adorado y alabado sea el Santísimo NOMBRE DE JESÚS. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario