Ut Ómnibus Glorificetur Deus (para que en todo sea glorificado Dios).

Santa Regla de San Benito, capítulo 57.

sábado, 21 de marzo de 2020

Hay que aplastar la cabeza de la serpiente



La tierra en la que entréis es mutable, pues las gentes que la habitan están continuamente cambiando. En efecto, apenas adquirido el hábito de la virtud, nos damos cuenta de que tendemos a su contrario y de que ya no somos virtuosos como antes, pues la tierra -es decir, nosotros- es mutable. Por eso, la mente no debe de dejar, desde el principio, el paso expedito a fantasías que son por naturaleza nocivas a la actividad racional. Tampoco debemos permitir que baje a Egipto para ser arrastrada después con violencia por los asirios; porque si la mente se deja llevar hacia la oscuridad de los pensamientos impuros (esto es lo que significa simbólicamente Egipto) aunque no lo quiera, se verá arrastrada a obrar según el impulso de las pasiones. Por eso, el Legislador, sirviéndose de una imagen y con el propósito de cerrar las puertas al placer, mandó prestar atención a la cabeza de la serpiente; pues cuando ella mira nuestro calcañar, se atribuye a su mirada una eficacia operativa: la de poder inyectarnos el veneno de su boca, a no ser que nos hagamos con ella. A nosotros, por tanto, corresponde el empeño por aplastar el impulso mismo del placer, porque, triturando éste, su vigor se debilita.

Nilo de Ancira

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